lunes, 9 de noviembre de 2009

Cultivando la amistad



Dos jóvenes amigos formularon su promesa de amistad diciendo..
"Seré tu amigo...
en tanto pueda ayudarte a crecer"
Eso es, a mi entender, al esencia de la amistad, asegurale al otro que nos dedicaremos a su crecimiento, a al realización de sus ilimitadas posibilidades. Estos amigos estaban decididos a utilizar sus energías conjuntas para ayudarse mutuamente en el interminable proceso de descubrir su verdadero YO.
Este es el único modo en el que puede florecer la amistad. En tanto la relación afectuosa no me guie hacia mi mismo, en tanto yo, en una relación afectuosa, no guie al otro a si mismo, esta amistad, por más segura y maravillosa que me parezca, no es amistad. Cuando por algún motivo este proceso se detiene, la amistad se vuelve aburrida e indiferente y esta destinada a desaparecer. De tal forma que, lo que puede parecer un comienzo es, en realidad.. el comienzo del fin.

El amigo es en primer lugar el que no te juzga.
Es quien te ama tal y como eres.
Quien realmente le respeta y le valore.
El que día a día se cultiva cosasspositivas.
Quien te escucha y no quien mucho te alaba para aprovecharse.
Quien sabe ver tu interior la verdadera riqueza de tu ser.
Y quien sabe que siempre estarás ahí a pesar de la distancia, pase lo que pase y transucurra el tiempo que transcurra.
Susana Carranza E.

Por una pacífica convivencia



"Es mi vida y yo la vivo a mi manera".
Muchas veces hemos escuchado esta frase en los labios de algún presuntuoso. Y digo presuntuoso porque esta persona olvida que también forma de una número maquinaria que, partiendo de la más pequeña célula de convivencia que es la familia, que a su vez también es una mínima fracción del universo entero.
¿Cómo entonces voltear la espalda a lo que piensan y sienten las demás personas?
Sin ir muy lejos, situémonos en un pequeñito lugar que es la familia, luego avancemos hacia nuestros vecinos de derecha e izquierda y los de enfrente, sigamos avanzando y pensemos en las calles de nuestro distrito, de nuestra ciudad, e imaginariamente todo nuestro país. ¿Qué encontramos? ¿Hay un lugarcito para la cortesía, el respeto, el buen tarto, la relación cordial?
Si queremos ser honestos, tendremos que admitir que todos esos saludables valores se encuentran hoy deteriorados, a punto de colapsar. Y es que hemos olvidado la urgencia de establecer un clima cordial para una pacífica convivencia.
El respeto ha perdido importancia, las personas que nos rodean se han convertido en pequeños títeres que quisiéramos mover como se nos dé la gana y, al no poderlo hacer, las ignoramos. No existen. ¿Cómo entonces queremos obtener un estado de paz y equilibrio si no somos capaces de generar confianza, si unos a otros nos miramos como si fuéramos enemigos escondidos?
Cuando se pierde la confianza se produce lo que es el miedo, la sospecha, la incertidumbre. Encontramos en cada palabra un sentido oculto, en cada acción un arma de doble filo, estamos, como cazadores, al acecho del próximo acontecimiento.
Afortunadamente nuestra naturaleza humana tiene recursos propios que producen una inmensa riqueza. Ellos están dormidos en lo más profundo de cada conciencia y allí donde debemos buscarlos para alimentarlos con ellos, para recuperar nuestra fe, para limpiar nuestra mirada, para redoblar nuestras fuerzas en la búsqueda de la felicidad y la paz.

Paola Flores V.